30 directores del mejor cine maldito Vol. 1

Carlos Enrique Taboada abre esta lista de autores por sus originales guiones y la genialidad con que daba solución a sus premisas. Ya en 1960 consiguió su espacio dentro del cine con el guión de 'El Espejo de la Bruja' que dirige Chano Urueta, más tarde se consagra como director por cautivar de miedo a dos generaciones de la audiencia mexicana con 'Hasta el Viento tiene miedo' (1968) y 'El libro de Piedra' en 1975. Otras dos grandes obras de este director: 'Mas Negro que la Noche' y quizá su cumbre como director, la hermosamente filmada 'Veneno para las hadas' (1984) se suman en lo que se conoce como su tetralogía de horror gótico que le garantiza un nicho dentro de la historia del cine de fantasía y misterio a nivel internacional.

Russell Albion Meyer fue, sin duda, el maestro técnico de la sordidez americana, su forma propia de montar y editar las escenas, más los inesperados ángulos de camara que se lanzaba, le colocaron muy por encima de otros pioneros del genéro porno-softcore que empezó a aparecer en gran escala a finales de los años 50. Por otra parte, su sagacidad e ingenio para subvertir los valores de la sociedad conservadora gringa en sexys sátiras maestras le otorgó no solo el culto de fanáticos, sino el reconocimiento de expertos en el cine industria como el crítico de cine Roger Ebert, con quien sostuvo buena amistad y colaboración.

Walerian Borowczyk fue un artista polaco de talentos múltiples y diversas étapas, pintor y litógrafo en su juventud, más tarde se dedicó a la animación clásica y experimental. Luego de su primer largometraje animado se dedicó al cine donde se consagró en el campo del erotismo fantástico. Ya a finales de los 60 se destacó con Goto: La isla del amor y a lo largo de la década de los 70 produciría las películas que le eternizarían en su fama controversial, como Cuentos Inmorales en 1974, La Bestia en 1975 e Interior de un Convento en 1978. Su onirismo lo destacó como un elegante pionero dentro lo que pasó a ser conocido como eurótica o erotismo de producción europea.

Dentro de todas las listas, Giovanni "Tinto" Brass es quizá el más ubicuo de los pornógrafos internacionales. A nivel mundial es inmediatamente conocido por obras como Calígula y Salón Kitty, pero su obra va más allá de este genero de explotación. Su estilo de cinematografía inmersiva, llena de detalles e impresiones y el ritmo veloz y selectivo de edición, le dio un caracter muy íntimista y popular a sus historias.

Jesús “Jess” Franco Manera es indiscutiblemente y sin proponérselo el papá absoluto de todos los géneros de explotación, desde bloques de prisión hasta conventos, zombies, vampiras, brujas y satánicos pasaron por el lente de este director madrileño a lo largo de unas 200 películas, muchas de ellas producidas en contra de la pudorosa censura española y con la más mínima cantidad de recursos. Sólo con esto, que no es su único mérito, Franco Manera es pieza esencial de cualquier colección de cine maldito que se precie.

Brillante María Mendoza entra en esta lista como el director filipino más celebrado actualmente a nivel mundial. Desde sus inicios en el campo de la publicidad y la producción de efectos especiales hasta su consagración como autor de excelentes dramas de contenido social, se ha destacado progresivamente por su conciencia y sensibilidad para no caer en la explotación fácil de los estereotipos de la pobreza sino, en vez, abordar de forma honesta y compleja puntos de vista claves de la cultura filipina como el matriarcado conservador, la prostitución masculina y el populismo cristiano que domina la política de su nación.

Como testigo personal de la atroz decadencia soviética, Aleksey Balabanov retrató, en sus 16 películas, a los marginados e invisibilizados héroes y monstruos de las callejas del crimen y de los edificios desconchados de la institución rusa. Su tema central fue la violencia, pero nunca la trató de manera gratuita sino siempre desde una preocupación moral muy personal y una honestidad brutal, lejos de la solemnidad pacata de otros moralistas. Eso, combinado a un particular humor negro y el uso inteligente de las cultura popular lo mantuvo, hasta su muerte, el año pasado, como el más controversial e implacable director de cine en Rusia contemporánea.

Si Russ Meyers fue el maestro de la sordidez, John Waters es el papá de los helados de la transgresión en los Estados Unidos. Fue reconocido para la posteridad del cine por sus filmes de glamor-trash realizados con un equipo regular de actores conocidos como los Dreamlanders. Casi todo su trabajo entre 1969 y 1988 posee algún nivel de culto, no sólo por el humor negro y una combinación inteligente de bajo presupuesto e imaginario chocante sino por la confluencia que logró entre la subversión cultural gringa de los años 70 y la honrada desfachatez de los filmes de explotación que vio en su infancia.

Nicolas Winding Refn, con todos sus altibajos, le ha insuflado un nuevo aire al thriller contemporáneo mundial, mas que por sus historias, la fortaleza de este director danés se consolida en su narrativa audiovisual y en esa forma tan afinada de combinar la óptica intimista y el desarrollo de los personajes del cine independiente con lo mejor de la acción y el suspenso de las películas del género en los ochentas (a lo William Friedkin). Completa esta lista de virtudes la sensiblidad que tiene para rescatar temas musicales y hacer con ellos escenas inolvidables.

Michael Derek Jarman fue, además de autor, escenógrafo y director de arte que se ganó su entrada al cine industria al diseñar la producción de la exuberante The Devils (Ken Russell, 1970). Esto le abrió la entrada a a la alta producción de sus propias películas permeando así, en medio del Thatcherismo, las más radicales y abiertas posturas sobre diversidad sexual que la crítica académica se ha permitido celebrar.

La obra del autor y animador checo Jan Svankmajer hay que comprenderla como el fruto de un gran linaje de titiriteros, animadores de stop-motion, cineastas y surrealistas. Del Teatro Semafor pasó al teatro multimedia Laterna Magika, co-fundado por Emil Radok, con él, fueron sus primeras incursiones en el cine. Las dos influencias surrealistas más directas en su obra fueron las teorías de Vratislav Effenberger y la obra de Eva Švankmajerová, su esposa, quien hasta su muerte en 2005 llegó a realizar dirección de arte, diseño de producción, de vestuario y de afiches de todos sus largometrajes.

Así como Hunter Thompson cambió la forma de hacer periodismo, Gualtierio Jacopetti y Franco Prosperi, periodista y biólogo respectivamente, incursionaron de forma intuitiva en el cine y, sin proponérlo, cambiaron para siempre la forma de hacer documentalismo. En 1962 decidieron juntarse para hacer una versión cínica de los telediarios geográficos llamada Mondo Cane. Desde entonces el término ha sido tomado directamente por una serie de imitadores para describir un género de documentales de corte sórdido, explotador en algunos casos y explícito en todos que no siempre contaron con la desenvoltura, sensibilidad crítica y humor sagaz de estos dos originales creadores.

Antes de convertirse en el viejito posmoespiritual que todos amamos odiar, Alexandro Jodorowsky modeló, a través de sus colaboraciones y amistades, un buen tajo de la cultura pop occidental. En el cómic, creó, junto a Jean Giraud, la saga del Incal, también realizó la Casta de los Metabarones con el argentino Juan Jiménez, las dos, grandes piezas de la ciencia ficción ilustrada. En el cine además de sus obras de culto ha sido de gran influencia e inspiración para artistas y autores, entre algunos: Katsuhiro Ōtomo (Akira) Dennis Hopper (The Last Movie), David Lynch (Dune y Eraserhead) Dan O'Bannon y H.R. Giger (Guión y sets para Alien, el octavo pasajero) y Nicolas Winding Refn (Drive y Sólo Dios Perdona), sólo esta lista de influencias, y ya hablaremos de sus películas, le reserva un puesto en esta lista.

Brian de Palma, uno de los más importantes directores de crimen y suspenso, realizó sus estudios en Física antes de dedicarse por completo al cine, sus dramas de suspenso, inspirados en Hitchcock, fueron parte de la vanguardia del Hollywood de los años 70, no solo por su recreación de la violencia, sino por sus complejas narrativas sociales que le hicieron telón a sus historias y el desarrollo de sus personajes inusuales. Su técnica de pantalla partida, que mostraba dos caras sincronizadas de una misma acción fue la marca autoral más llamativa y peculiar de su dirección.

Si Truman Capote hubiera nacido en Alemania probablemente fuera el director de cine llamado Rainer W. Fassbinder. Un juerguista impecable habituado a un ritmo de trabajo frenético; Fassbinder filmó alrededor de 40 películas aparte de otras tantas obras de teatro en una carrera que duró poco menos de quince años. Los dramás de subtexto crítico social fueron una de las constantes en su trabajo, acompañada por su habilidad increíble de provocar básicamente a cualquier sector de la emergente sociedad alemana. Aunque tuvo varios éxitos internacionales, sólo recientemente ha sido editado y distribuido a nivel mundial.

Acá en la cuneta pensamos que Rubén Mendoza es el director colombiano más interesante en pleno desarrollo de su carrera. Ha sido guionista y director de un buen numero de cortometrajes, además de editor para el también director colombiano Luis Ospina y recientemente estrenó su tercer largometraje. Como pateador de calles, la vida personal de Mendoza lo ha mantenido en contacto con los personajes marginados de la Colombia urbana y rural de callejones, lo que le ha permitido capturar historias con una sensibilidad no redentora en la que ha desarrollado su rara y muy personal visión del realismo fantástico suramericano.

Dentro del cine maldito, la audiencia del horror ha sido quizá la más ingrata. Jean Michell Rollin luchó una larga vida no sólo contra la enfermedad que lo aquejó hasta sus últimos días, sino también contra el rechazo y los reveses financieros con que el público francés recibía sus películas de vampiros. Sólo hacia el final de su vida recibió el reconocimiento y la difusión que se merecía por permitirnos el trance de fascinación nebulosa que se produce al ver cada una de sus mejores películas.

Shûji Terayama, poeta, fotógrafo, dramaturgo y cineasta, probablemente el más destacado dentro del surrealismo japonés. Supo vincular y congregar en torno suyo a otros grandes artistas como los diseñadores Tadanori Yokoo, Aquirax Uno; músicos como Kan Mikami y J. A. Seazer; fotógrafos como Daido Moriyama, Issei Suda; ilustradores como Shiro Tatsumi, actores como Akihiro Miwa y hacer con ellos tornasoladas y radicales obras de folklore y fantasía.

La otra cara del cine japonés la porta en esta lista el maestro definitivo del cyberpunk Shin'ya Tsukamoto. Tsukamoto es el ejemplo independiente en la ciencia ficción de autor, pues se forjó su carrera desde el teatro y a través de los medios más económicos fue ganando el estatus de director reconocido a nivel mundial. Tsukamoto no sólo escribió los guiones y los dirigió sino que además protagonizó, capturó en cámara y y editó practicamente en todas sus grandes películas. Un autor en todos niveles.

Las páginas del horror suramericano no estarían completas sin la presencia de este maestro brasileño del gore, la tortura y esceptiscismo. José Mojica Marins empezó haciendo cine de horror clásico en los años 50 y con las uñas se fue forjando una carrera fílmica durante todos los años 60 en contra de la más pacata censura católica. Su personaje Jose del Ataud se volvió médula dentro del género en la cultura popular de Brasil y probablemente el villano del cine suramericano más conocido y querido en el mundo entero.

Para abrir la recta final de este inventario de autores colocaremos no otro que el maestro más reconocido a nivel mundial del horror italiano. El romano Dario Argento, que nació en una familia vinculada a la industria del cine, fue crítico para revistas durante su adolescencia y al terminar su bachillerato se montó de lleno sobre la ola emergente del thriller giallo, momento dorado dentro de la historia del cine de horror, donde creó su mezcla personal e inconfundible de terror inquietante más exhuberantes visuales, sonidos y escenografías increíbles.

Věra Chytilová afrontó con una actitud irreductible la censura que asoló a la nueva ola checa que, no obstante, produjo grandiosos filmes críticos durante los finales de los 60 y 70. Sus películas fueron frecuentemente engavetadas y sus estrenos retrasados y estuvo vetada del apoyo estatal durante seis años, pero aún con todos estos obstáculos logró una amplia filmografía que la ubica dentro de la historia del cine como la más original y genuina de las directoras checas.

Juraj Herz, eslovaco, contemporáneo más al margen de la Nueva Ola Checa, estudió teatro de títeres a finales de los 50 y comenzó su carrera como titiritero en el Teatro Semafor al igual que Jan Švankmajer, Miloš Forman y Jiří Menzel. Hacia mediados de los 60s fue director asistente en los estudios Barrandov y en filmes de Ján Kadár y Elmar Klos. A lo largo de su filmografía se podrán apreciar influencias del teatro y las artes gráficas de vanguardia.

Sergei Loban y Marina Potapova es una pareja de anarquistas rusos fundadores del movimiento activista SVOI 2000. Loban se especializó en la dirección de documentales y videoclips mientras que Potapova se enfocó en realizar los guiones. Mediante esta formula creativa y una combinación de producción guerrilla y redes de contactos en el mundo artístico y mediático, han podido sacar dos de los largometrajes más interesantes para entrever las callejas de la juventud rusa actual.

Dentro del panorama de censura y activismo político en Grecia de los años de dictadura, Nikos Nikolaidis fue un director sui generis por muchas cabezas. No obstante podemos intentar definir sus trabajos como necrorromances marcados por un amplio regocijo en el individuo y en las dinámicas de poder del cuerpo y su transgresión. Súmese a esto un ritmo hipnótico, así como una hiperconsciencia del medio en que se narra y obtendrá un aproximado de la extraña filmografía de este director.

La cara extravagante del cine británico aparece con Ken Russell a finales de los 60. Un director personalista y ambicioso que elevó los valores de la producción de los estudios ingleses para construir escenarios y vestuarios alucinantes y contar con ellos las historias más controversiales, fantásticas y casi al borde de la sordidez, pues uno de sus sellos autorales era hacer filmes de temas eruditos y literarios cargados de humor absurdo y alusiones lúbricas.

Uno de los autores malditos más consecuentes y exitosos del cine español fue Bigas Luna. Como diseñador industrial y de espacios interiores le dio a al thriller piscológico de los setenta un exquisito tratamiento fetichista y una maestra atención a los pequeños detalles. Su etapa con Cuca Canals como guionista abriría la puerta a la producción de varios romances de corte fantástico que bordean la cursilería con tanto hábil desparpajo que terminan desternillando de la risa.

En el numero tres de esta lista tenemos al director polaco Andrzej Żuławski, quien fue descendiente de una prominente línea de literatos. Se formó en Francia y tabajó en varios países pues en Polonia fue censurado tempranamente por los totalitaristas. Aunque fue de caracter torpe y tuvo una representación de las mujeres en extremo masculina se hizo famoso por su cualidad para representar un realismo fantástico que logra inquietar tanto en thrillers delirantes como en romances históricos.

El maestro de las producciones exorbitadas y locas de metra y el papá del documentalismo personal e inmersionista. Werner Herzog Stipetić ha recorrido prácticamente todos los rincones del planeta para filmar sus historias de auto-delirio y megalomanías. Junto a Fassbinder y Wim Wenders fundó un estilo de narrativa que se conocería como Nuevo Cine Alemán que elevaría la calidad de las películas por su espíritu obstinado en contar historias honestas de excelencia artística en vez de regirse po los dictados comerciales del cine precedente.

El autor canadiense David Cronenberg es nuestro máximo favorito en esta ocasión. Es el maestro definitivo del horror del cuerpo y de la ciencia ficción orientada al individuo. Desde finales de los años 60 hasta hoy ha producido 21 películas de diversa índole y sus más memorables son esos extraños thrillers urbanos donde la enfermedad, las adicciones y los experimentos autoinducidos o de control social son los temas que Cronenberg domina a la perfección para crear una atmósfera tan fascinante como inquietante. Siempre que puede filma en Toronto, su ciudad natal y de forma obstinada ha podido mantener su independencia creativa en sus películas manteniendo bajos los costos de producción; pero aún así dejan una marca imborrable en la audiencia los efectos especiales así como los maquillajes de los personajes fantásticos que ha usado en sus mejores filmes.