Enterarme de Cobra Kai fue una grata sorpresa, volver al mundo de Karate Kid desde la perspectiva del rival explorando las consecuencias de la película en sus vidas, aprovechando la lectura de que Daniel era el verdadero villano para retroactivamente darle una moralidad más gris a los eventos, tenía mucho potencial.
No recuerdo muy bien cómo lo hizo The Karate Kid, pero esta serie maneja muy bien el contraste entre las filosofías de las dos escuelas. Por un lado el Miyagi-Do, con un carácter oriental centrado en usar el karate como un método de mejoramiento espiritual, ayudando a los jóvenes a crecer mediante el trabajo duro y la búsqueda de balance. Contrastado con Cobra Kai, con una perspectiva más comercial, buscando impresionar a otros y hacerse popular, lo que no quita que a los perdedores les sirva para tomar control de sus vidas en lugar de dejarse pisotear, ganándose el respeto no solo de otros sino de sí mismos también, rechazando el victimismo. Ambas filosofías quedan en manos de adolescentes hormonales con maestros que dejan mucho que desear, lo que resulta en abusos y excesos que sólo potencian la rivalidad entre ambas escuelas, exponiendo sus falencias y mostrando que siempre tienen algo que aprender uno del otro, dejándole al espectador la opción de reflexionar cuánto habría que cambiar de cada filosofía.
Con lo excelente que es la neutralidad del conflicto, lo más criticable es la presencia de John Kreese en la segunda temporada. Está ahí sólo para representar el exceso de la filosofía de "Strike first" y "No mercy", revirtiendo los ideales masculinos de Cobra Kai a lo que hoy llamarían "Toxic masculinity", sin que se justifique realmente por qué busca aplicar las reglas de la guerra en lo que sigue siendo un deporte.
Muy distinto es lo que pasa con Daniel Larusso y Johnny Lawrence. Al acabar su rivalidad con una pelea nunca le dieron un cierre real, por lo que aunque siguieron adelante con sus vidas alejados del karate, el niño conflictivo que fueron aún está dentro de ellos y sale a la superficie cada vez que tiene la chance. Ahora, tras años de guardar rencor en silencio, Johnny puede revivir el espíritu de Cobra Kai y tener su revancha con Daniel.
A partir de estos personajes vemos cómo el karate afecta la vida de los estudiantes: Arman nuevos círculos de amigos, cambian su forma de ver la vida y enfrentan las jerarquías establecidas de la secundaria, resultando en una historia que promueve buenos valores sobre la disciplina y la dignidad, adolescentes aprenden a ser hombres, hombres aprenden a ser padres y chicas aprenden a… ¿No confiar tan rápido en los chicos?
Lo que no me gusta es que con todo esto continúa siendo un slice of life donde el propósito final de los personajes no va más allá de ser popular y tener novia. Para todo lo que conllevan las enseñanzas de ambas escuelas, todo se siente muy superficial y sin importancia. Aún en el final de la segunda temporada, cuando la fricción entre los grupos se sale de control y aparecen consecuencias permanentes, todo es por drama adolescente.
Al menos todos los personajes tienen personalidad y desarrollo consistentes que hacen que ese drama me importe y lo disfrute. Las cautivadoras relaciones padre-hijo y alumno-maestro, y los triángulos amorosos que funcionan con la justificación de que son adolescentes calenturientos superficiales, mantienen a los personajes en constante cambio. Y los valores masculinos de la serie la hacen diferenciarse del 99% de telenovelas adolescentes al no tener miedo de criticar la delicadeza de las generaciones actuales ni de mostrar consecuencias físicas y psicológicas de sus cagadas sin hacer un melodrama ni una caricatura con ello.
Tampoco disfruto la cantidad de casualidades que requiere la historia. Te acepto que sea la compañía de Larusso la que le repara el auto a Johnny, pero también es su hija la que le chocó el auto, hija que va a la misma secundaria que Miguel además de ser su interés amoroso y novia del asiático con el que Johnny peleó, Miguel llega a la casa de Sam la misma noche que Robby come con ellos, Tory y Aisha van a la playa el mismo día que Sam y su madre, Johnny se encuentra al novio de Carmen hablando sobre ella en un restaurante… Cuando la mitad de la tensión en la serie depende de casualidades y malentendidos, la ciudad se siente muy pequeña, y todo se siente más artificial de lo necesario. A lo que podría sumar críticas puntuales como la velocidad con la que los personajes más importantes alcanzan un nivel tan elevado, o que todo eso de "luchar en sincronía" de Sam y Robby no tiene sentido en la práctica y sólo existe para facilitar su romance.
Con todo, Cobra Kai es una serie muy divertida e inspiradora, que no desperdicia la oportunidad para intentar algo sobresaliente con el drama de personajes tanto viejos como nuevos. Pero también tiene potencial de irse a la mierda rápido, el drama puede hacerse más forzado, los personajes pueden seguir dejándose llevar por malentendidos bobos, el mundo puede empezar a favorecer injustamente a alguno de los bandos y dejar atrás la neutralidad, puede alargarse de forma que el desarrollo de los personajes y los nuevos personajes ya no sean interesantes y sólo entretenga la acción, puede eliminar las heridas graves o quitarles importancia y reducir todo a otra serie de deportes. Dejando de lado mi escepticismo, es una bocanada de aire fresco en una industria cada vez más desvergonzada.
7/10