Watchmen es un muy interesante caso de adaptación.
Primero un commie/anarquista esoterista revoluciona los cómics con una obra maestra en medio de la guerra fría, y tras años de producción en los que se barajaron una gran variedad de ideas, la adaptación cinematográfica quedó en manos de un admirador de Ayn Rand con muy limitada habilidad, poco antes de que inicie la era de oro del cine de superhéroes. No es de extrañar un resultado tan controversial.
Para empezar, la película se mantiene fiel a la historia original: Un acercamiento serio y realista a los superhéroes, en el que su la violencia genera daño real, la naturaleza animalística del humano forma parte de los superhéroes, y su presencia cambia los eventos históricos y la vida diaria de las personas. Con ello se establecen las bases para un drama sociopolítico como el que Christopher Nolan sólo pudo soñar, donde los vigilantes que operan sin supervisión no imponen límites a sus crímenes, hasta convertirse en armas del gobierno; los superhéroes cumplen un rol fundamental en la muerte del sueño americano, excelentemente representada en la secuencia de créditos que transita de los coloridos encapuchados de la Golden Age a los héroes más oscuros y humanos de la era moderna.
En tal contexto la historia desarrolla un enrevesado misterio de la mano de un paranoico enmascarado portador del más profundo absolutismo moral. En el proceso vamos conociendo a personajes variados, cada uno con un trasfondo que revelar y una personalidad muy humana, además de una perspectiva ideológica particular. Un ex-soldado que se ríe del espectáculo que es el mundo moderno, un dios que ya no valora la vida humana porque sólo puede ver la imagen mayor mientras percibe el tiempo como una dimensión más, un exitoso empresario maquiavélico que busca establecer una utopía a toda costa, un judío al que le excita vestirse de búho para salir a impartir justicia, y una mujer que desde siempre dejó que otros definieran su identidad y ahora es incapaz de tomar las riendas de su vida, junto a Rorschach, todos pasan por momentos catárticos de sus vidas a lo largo del filme, que impulsan su desarrollo (John, Laurie y Dan) o ponen a prueba sus ideales estáticos (Rorschach, Blake y Veidt). Ozymandias es quien más sufre en comparación al cómic, al mantenerse su objetivo como un misterio durante la mayoría de la película y eliminarse gran parte del capítulo sobre su trasfondo (además de que ni la actuación ni el vestuario son tan expresivos como podrían serlo), y en el proceso se elimina la crisis por la que pasa Blake al descubrir su plan.
Pero aún con todas las omisiones, Watchmen presenta la mayoría de los conflictos de la obra original y sus correspondientes temas: Individualidad e identidad, perspectiva, fatalismo, nihilismo, elitismo, maquiavelismo, egoísmo, sacrificio, valor de la vida, sexualidad, herencia, nostalgia, vigilantismo.
No es tanto la historia como las drásticas decisiones de dirección las que hacen tan controversial al filme.
La novela gráfica posee una narración cruda y muy imparcial, representa una sociedad decadente de la que los personajes forman parte, permite entender cada perspectiva sin romantizar ninguna.
La película, por su parte, pasa la historia por un filtro ideológico que enaltece a los vigilantes; lo que Alan Moore quisiera que veamos como "unos tipos enfermos que piensan que pueden cambiar las cosas saliendo a golpear gente", Zack Snyder lo presenta como la única esperanza de cambio en un mundo podrido, hombres que rechazan las normativas sociales y se elevan por sobre los demás.
En el funeral del Comedian, la letra de The Sound of Silence (Antes de volverse un meme) describe acertadamente esta perspectiva: "Hear my words that I might teach you. Take my arms that I might reach you. But my words like silence raindrops fell, and echoed in the wells of silence."
Su fuerza es exagerada, su entrenamiento es reforzado, su vestuario los hace ver cool, y con el slow-motion llegan a lo sublime. Cada movimiento se vuelve un espectáculo dedicado a extasiar al ojo, se trate de un arma siendo disparada, soldados doblando una bandera o una mujer desvistiéndose. Aún si la historia está intacta, Snyder nos quiere vender la perspectiva del poderoso, la perspectiva del vigilante, la perspectiva del violador y hasta la del genocida. El Comedian y Rorschach ya no son enfermos e inadaptados que mueren como tristes fracasados, sino que son gente "basada y redpilleada" cuya muerte representa una tragedia mayor. Y la Nostalgia ya no es un símbolo del pasado que debe ser destruido para romper las ilusiones de las que somos presos, sino una fuerza que nos permite luchar hasta el final, fieles a nuestros ideales, para morir como héroes.
Esa es una de las razones por las que muchos fans del cómic no pueden gustar de una película que enaltece el poder individual y la meritocracia hasta tal nivel.
También es cierto que los débiles, las víctimas del genocidio, se ven deshumanizadas, quitándole impacto al final. Mientras el cómic se toma su tiempo para presentar a muchos personajes para asesinarlos en un clímax inesperadamente grotesco que destruye toda la estructura del cómic con un calamar que satiriza las fantásticas historietas de superhéroes; la versión de Snyder concluye con una genérica luz que destruye los cadáveres y reduce las millones de muertes a un simple número, tal como lo ve el genio utopista.
Y si la edición genética no iba a formar parte de la trama al final, no hay punto en introducir algo tan distrayente como un gato azul mutante en el último acto de la película.
A forma de conclusión: No culpo a Snyder por apropiarse de Watchmen y hacerlo su propia obra de arte, y con certeza prefiero esto a que quede en manos de progresistas actuales. Pero también debo reconocer que su Watchmen resulta más simplista y menos madura que la original, al no comprometerse hasta el final con la crítica al género y restringir la variedad de lecturas que permite el cómic, a la vez que desperdicia la oportunidad de adaptar cinematográficamente múltiples detalles únicos de su medio como podría haber hecho un autor más competente. Si bien es una muy buena deconstrucción del género que hace funcionar en armonía personajes muy interesantes y un mundo orgánico con una gran profundidad temática, no está al nivel de la obra maestra calculada milimétricamente llena de simbolismos y con un profundo meta-comentario que es el cómic.
8/10