Vi la última versión de Nosferatu en el cine esta semana fecha trece de enero de 2024 y fue una película que no me gustó, pero de la cual no me sentí muy disgustado. Creo que se debe a que bajé demasiado mis estándares por venir de un director al que no le tengo mucha estima. Habiendo visto sus otras películas, veo que se sigue un patrón: sexo y violencia extrema—pero lo suficientemente segura para que sus filmes sean para adolescentes de dieciséis años—con sustos fáciles junto sonidos estruendosos y baja iluminación y algún espanto que sale de la nada sea—y si es peligroso o no da igual. Aparte de que en sus finales los personajes son derrotados por fuerzas malignas que no pueden parar, tirando toda catarsis a la papelera. Lo bueno es que están bastante bien cuidadas a nivel visual, pero vuelvo a lo mismo: las tramas, pese a poseer temas oscuros de horror cósmico, psicosexual o folclórico, pecan de ser muy limpias y predecibles, lo cual las hace sentir pretenciosas. Tampoco es como que Eggers pudiera hacer mucho viendo como el cine de vampiros se ha explotado tanto con grandes como el Drácula de Coppola o Entrevista con el Vampiro.
También se debe a que el clásico de los años veinte vino en un periodo político-social muy turbulento y se buscó manifestar las conflictivas emociones que los eventos de aquella época desencadenaban. El postmodernismo con su visión nihilista de la realidad y el deseo idílico del romanticismo se mezclaban en el expresionismo, los cuales creaban piezas de arte enfocadas en la angustia y vaya que tenia mucho que podían mostrar de aquello. Alemania acababa de perder la primera guerra mundial tras haber sufrido una hambruna en la que cientos de miles perdieron la vida y la gripe española mató a alrededor de cincuenta millones de personas a nivel mundial.
El filme tiene más de un siglo de edad, pero recalca lo bien que se cuidaba la estética en los filmes alemanes para que parezcan pinturas en movimiento dentro de un anfiteatro. Hay muchas localidades bastante pintorescas como jardines, los montañosos bosques de Europa Oriental o las deslumbrantes casas de una Alemania civilizada y concentrada en el avance tecnológico y social. En paralelo también se muestra un lado oscuro de todo aquello: documentos con mensajes encriptados en códigos raros de simbología alquímica, cabalística y ariosófica; edificios decrépitos y abandonados como si hubieran sido bombardeados o acribillados en alguna batalla; castillos derruidos y olvidados en las entrañas de los montes, etc. Es una combinación extraña de una sociedad viva y resplandeciente frente a las ruinas de algún pasado horroroso y mágico.
Dicha yuxtaposición vuelve a la película culturalmente muy elevada de la cual se pueden hacer muchas tesis desde la relación entre la magia y la ciencia; como esta puede traer la perdición a la gente o como la ciencia no puede hacer frente a lo antinatural como un ser ctónico que sólo destruye la armonía del mundo terrenal. Voy a saltarme mis interpretaciones, dado que esta es una reseña y no un video ensayo, sin embargo, debo admitir que le he dado muchas lecturas que me generan una gran admiración por los realizadores. También es una de esas cosas que me hacen respetar a Alemania como un creador de cultura propia y no una extensión de la visión artística más bombástica de Estados Unidos e incluso del resto de Occidente.
Por supuesto, hablamos de un producto que ha envejecido y es más una reliquia que una historia narrativamente compleja, más no me atrevo a decir que está mal escrita. Fuera de fallos obvios como que es un plagio y por ende comparado al material original se queda corto con creces respecto al desarrollo de los eventos, la obra logra sintetizarlo todo para que se sienta como una tragedia clásica o un cuento de hadas de los hermanos Grimm; sólo que en esteroides.
La trama va de una pareja feliz la cual espera prosperar tras que el esposo Thomas Hutter logra vender unas propiedades al conde Orlok, pero para ello debe emprender un viaje a Transilvania para concretarlo—un pequeño nitpicking aquí, no entiendo como cambiaron todos los nombres originales salvo que el vampiro venga de Transilvania. El primer acto vendría pues de este sujeto yendo de viaje mientras su esposa añora su regreso. No hay mucha tensión en esta parte salvo por las advertencias de los pueblerinos de los Cárpatos y porque encuentra un libro que le explica la leyenda detrás de Nosferatu.
Esto es algo que es un plus y menos al mismo tiempo. Es una película muda así que se debe leer las pancartas que interrumpen los hechos cada que debería haber un dialogo. Esto permite que la introducción de otras formas de información sea más aceptable como los libros que hablan de leyendas o noticias. Total, estamos obteniendo información de modo natural sin que haya una discordancia en la exposición. Lo malo es que estos segmentos resultan algo aburridos dado que nada de relevancia pasa en ellos. En efecto tenemos a personajes leyendo y aprendiendo siempre en espacios seguros, lo que reduce la tensión. También tenemos el problema de que seguimos viendo una película, no una novela visual que te demanda aceptar estas técnicas que genuinamente están obsoletas.
El segundo acto hay más acción puesto que se desarrolla todo el mitin con Orlok, así como las secuencias pesadillescas del reloj de esqueletos, la mítica entrada de Orlok al cuarto de Hutter o el encierro suyo en el castillo. Es cuando la película empieza a tener un sentido del riesgo dado que tenemos ahora una carrera contra reloj entre Hutter y Orlok para ver quien llega primero a Wisborg. Es cuando más escenas memorables de Nosferatu levantándose de su ataúd en el barco o cuando camina por la popa de ese mismo barco hacen presencia.
La trama también medio que se complejiza al mostrar lo que transcurre en Wisborg como el encierro de Knock o el sonambulismo de Ellen. Sin dudas se pone más oscura en este punto aunque tiene sus partes que parecen más para deslumbrar con sus visuales que otra cosa—como ver a Ellen en las playas del mar báltico. También es verdad que mientras hechos ocurren, el impacto de estos se reduce por la actuación caricaturesca de los actores. Esto les da una viveza que sacrifica parte de la seriedad con lo que dificulta no ser condescendiente. Tenemos cosas como que muchas veces Orlok se sale con la suya pese a ser un cadáver putrefacto. Venga que hasta se carga la tripulación entera del barco, pese a no parecer físicamente capaz de batirse a duelo y camina por ahí en las calles de Wisborg en el tercer acto como si fuera normal ver un tipo tan feo cargando un ataúd.
Otros problemas menores a nivel visual podrían ser el manejo del Stop Motion que da más risa que mal rollo. En una parte Orlok con animación Stop Motion abre una puerta y se ve extraño y ridículo. En otra situación todavía más graciosa es cuando apila sus ataúdes sobre un carruaje y este se conduce solo. En definitiva, hay cosas que te pueden fascinar por lo fantásticas que se ven, pero en definitiva no causan la sensación que Murnau habría querido: generar terror en el espectador.
El tercer acto iría más que nada de los estragos de la plaga en Wisborg, que me atrevo a decir supera al material original. Drácula apenas causa unas pocas muertes; Nosferatu ocasiona la aniquilación de miles de vidas en la ciudad, lo que aumenta la tensión y la prioridad de acabar con él. Es en este segmento donde se empiezan a resolver otras subtramas como la de Knock al huir de la prisión y ser perseguido por los citadinos que buscan resolver la plaga como una turba furiosa. Este vendría a ser otro de esos momentos de enorme peso sociopolítico de los que hablaba; en Alemania la turbulencia tras perder la primera guerra mundial llevó al país a un estado de guerra civil entre distintas facciones empecinadas en resolver los problemas nacionales por medio de la violencia.
Esto también le da otra capa de lectura a Orlok como una plaga que salió de oriente como podrían ser los eslavos para los etnonacionalistas o las hordas feudales del antiguo régimen de Rusia o los Balcanes para los liberales y socialistas. Claro que esto vuelve a la película de nuevo un producto de su época, pero en gran medida este carácter políticamente incorrecto es lo que la versión moderna perdió—y la Herzog se saltó para poner a Kinski como un quejumbroso tras años de aburrimiento en su castillo.
Como sea, otro elemento que le distingue esta pieza de Drácula es su carácter pesimista. Mientras Minas está infectada por Drácula y Jonathan casi se convierte en vampiro por las novias, Ellen descubre que la única manera de acabar con el vampiro es sacrificarse para que este espectro no note los rayos del sol y muera como un pelotudo. Como consecuencia ella termina por morir y Hutter se queda viudo y posiblemente enfermo por las secuelas de ser víctima de Orlok. Esto le añade más un sentido de perdida que el libro, por lo que es otro ejemplo de perdida e intercambio equivalente hecho bien. La cosa es que no creo que eso sea suficiente pese a ser una mejora del material original.
La película para este punto termina abruptamente y mucho se deja a la especulación sobre los efectos a largo plazo. Apenas hay un cartelito que te resume todo así nomás que la plaga se fue y una última toma con el castillo de Transilvania destruido. Algo decepcionante el final cuando no se muestra los hechos una vez resueltos los riesgos. Esto es algo que la novela sí tiene con los Harker logrando curarse y tener un hijo al que llaman tras un miembro fallecido de los cazadores de vampiros y los demás personajes con finales felices propios. Para el caso, la copia de Van Helsing en esta película deja mucho que desear siendo más un filósofo raro étnicamente judío que sin embargo practica alquimia de Paracelso y cábala. Creo que debe ser de esas partes donde la obsesión de Albin Grau por lo esotérico opacó un personaje más interesante para rebajarlo a ser un megáfono de información.
En fin, la balanza general me da a medias por comparación a Drácula, mas sus innovaciones la vuelven histórica y culturalmente muy representativa de una época ya mucho tiempo ida. No creo que se puedan hacer películas como estas en fecha presente con temas tan oscuros, pero extrañamente contemporáneos. La inmigración y llegada de culturas orientales a Occidente; las pandemias y el aumento de protestas que llevan al éxito a partidos radicales de izquierda y derecha; la obsesión con el fin del mundo entre intelectuales y de ahí con el misticismo antiguo, así como la crisis religiosa están presentes a fecha presente, pero difícilmente se puede ver plasmados en la ficción tan acrítica de la actualidad. Pese a aumentar los desnudos y la violencia, el cine es tan políticamente correcto que se le ha olvidado que el horror está ahí afuera, no en los oscuros deseos retorcidos de una mujer random como en la versión de Eggers, sino en las calles.