
No me cansa la audacia dentro de lo oficial y nacionalista. María de virgen a su pesar y Pedro de indio esforzado, vamos, debió resultar algo más terrible, sino fuera por la convicción que pone Ismael Rodríguez en todo lo que hace. Infante y María están tan forzados, que Rodríguez idea la secuencia del sueño de Tizoc que se cree hombre de ciudad para bailar con ella, ja.