
Tan clásica, tan lineal y circular, tan serena y provinciana y con tanto turbulencia anárquica debajo. Don Lope es el sabor amargo, pero sabor, de una vida con deseos y límites muy claros. O no tan claros, pues se difuminan con los sueños de Tristana (trista ana) (badajo/pene), la mudez del pajero Saturno, el sentido común de Lola Gaos, distante del código de caballeros de Nero y del propio Lope.