
(OK) Delicada, da vueltas y remata sobre la homosensualidad en el machista mundo samurai. La mirada de los adultos (Kitano y sus contrapartes) sobre los jóvenes es ansiosa y preocupada, manipuladora también. Kano, el hermoso para cánones japoneses de la época, es víctima y victimario, la escena final es extraordinaria y acaba con un magistral gesto de Kitano derribando un cerezo en flor