
(OK) Demasiado larga y demasiado buena. La parte central de la errancia de la niña torturando a su gato y dejando que muera casi como un sacrificio previo a su autodestrucción (no recuerdo suicidio infantil más intenso desde "Mouchette" de Bresson) , su mirada tras la ventana al baile de los campesinos, un baila de condenados por satán me dejó perplejo (¿de ahí viene lo de 'satan-tango'?), y más adelante volvemos a él desde otra perspectiva, como si Tarr tratara de justificar la espera diciéndonos 'no es cuestión de duración sino de perspectiva', la ausencia de juicio moral, pero la mirada compasiva y a la vez despectiva en la recolección de caracteres que hace el maldito y encantador Irimias a la policía......ah Tarr