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Toda obra cinematográfica es capaz de reflejar las obsesiones y filosofía de los involucrados en cualquier departamento de la misma, y si hablamos de una cinta muy personal como El huevo del ángel... En todos estos. Desde el cuidado meticuloso en el simbolismo de Bergman, pasando por la metafísica y espiritualidad de Tarkovsky hasta el barroquismo en las imágenes de Fellini, todo englobado en un misticismo y contemplación cristiana propio del cine europeo que fue clave para el desarrollo artístico de Oshii. Al final del día se trata de una cinta que construye su forma y posteriormente fondo en base a sus obsesiones, ya que la idea de la fe y esteticismo cristiano que han dominado la visión artística de Oshii se instalan permanentemente en el imaginario de la película con esos cantos eclesiásticos y melancólicos del principio y van germinando poco a poco como los huevos del final, terminando con las mismas voces angelicales del inicio pero esta vez lamentando la tragedia de la perdida de la fe, tanto en nuestra protagonista como quizás en el propio Oshii. Al final, detrás de todo el aparente sin sentido, se encuentran ideas e imágenes que Oshii no puede reprimir de su cabeza, por lo que las ha terminado impregnando en su trabajo más personal y artístico. Cinta no hecha para comprender su trama sino la propia obsesión del autor.
