Claramente no es una película que sea muy del agrado del público más casual hoy en día, es bastante lenta y depende de que los espectadores tengan cierta excentricidad para ser entretenida. Me gustan mucho los diálogos tan particulares, la fotografía sumamente elegante y la banda sonora europea.
Obviamente estoy consciente de que es una de las películas más importantes de Francia y respeto mucho lo que significó en su momento, pero no la puedo recomendar a la mayoría de personas que solo buscan una película para matar el tiempo, sino más bien solo la encuentro conveniente para las personas que son muy adeptas al cine o son excéntricas en la vida real al punto de sentir que disfrutan cosas que nadie más disfruta.