Película venezolana cuyo título hace mención a un burdel de su capital, donde discurre la mayor parte de la acción.
Su director, Román Chalbaud, vuelve a contar con su actor fetiche, J.L. Landa, y de nuevo interpretando a un hombre obsesionado por una mujer fatal, una prostituta local, en una historia de pasión y seducción destructiva.
Uno de los principales atractivos de la cinta reside en la galería, verdadero muestrario de personajes sórdidos, que desfila en ella, así como las situaciones que propician y los caóticos lugares que frecuentan.
Pese a ser un previsible folletín pasional, de altibajos narrativos y tragedia final garantizada, el tratamiento que se hace del mismo a base de humor negro y esperpento lo dota del justo aliciente para hacer su visión más llevadera.
(12/5/1987)
-Crítica Nº 21-
4/10