
Comete los mismos errores que su predecesor al polarizar las creencias, dividiéndolos en buenos (creyentes) y malos (ateos) demostrando parcialidad en el tema y carencia de sutileza a la hora de abordar los temas. Lo único destacable es que supo mantener la tensión en el juicio con giros de tuerca y personajes menos planos, pero esto poco compensa en cuanto hablamos de sus fallas.