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La actriz cordobesa, quien hace dos años protagonizó el éxito de “Las Estrellas”, es la cara de la campaña de El Doce “El abrazo de un abrigo”. En su breve regreso a Córdoba se confesó en el camarín.
Justina Bustos, una actriz de sencillez genuina.
Llega al canal sin maquillaje y con una colita en el pelo. Cualquier figura de la televisión o el cine hubiera pedido asistencia en esas áreas o al menos hubiese preguntado por un corrector de ojeras y un peine. Pero la actriz Justina Bustos ni lo quiere, ni le hace falta. Su simpleza es genuina y su belleza natural hace que ningún artificio sea necesario. Los brillos los dejará para las alfombras rojas o si un personaje lo requiere.
Cordobesa de nacimiento, creció en Unquillo y desde los 17 años vive en Buenos Aires. Hoy tiene 30 años y se fue allá donde atiende Dios para perseguir el sueño de ser actriz. “A los 6 años me di cuenta que quería dedicarme a esto. En Unquillo el plan de los fines de semana era ver muchas pelis”, cuenta.
Hace dos años le llegó la gran oportunidad: ser parte de una producción de Pol-ka, “Las Estrellas”. La novela fue una éxito y su personaje Miranda le significó un antes y un después. La gente la empezó a reconocer en la calle y empezaron a venir otros proyectos. Participó también en películas como “Voley”, “Los que aman, odian”, en la novela “Sin días para enamorarse” y recientemente en el unitario “Otros pecados”. Hoy se muestra muy entusiasmada porque formó su propia compañía de teatro en Buenos Aires y tiene dos películas por estrenar.
Mientras tanto, hizo viajes a España y México para probarse en algunos castings. “Me gustan los castings, se sienten unos nervios lindos. Pocas veces la pasé mal. Sólo una vez salí gritando. Me tuvieron mucho tiempo, la persona me empezó a dar clases de actuación y maltrataba a la gente alrededor. Me quedé muy cargada y salí a la calle y grité. Pero después me llamaron para esa película”, cuenta con detalles.
Tenacidad. Pasión. Aceptación a la frustración. Y decisión. Los ingredientes, según ella, de que esa joven de 17 años que partió de Unquillo hoy pueda concretar su sueño. El de esa niña de 6 que disfrutaba viendo las películas que alquilaba en el video club.
Justina Bustos, una actriz de sencillez genuina.
Llega al canal sin maquillaje y con una colita en el pelo. Cualquier figura de la televisión o el cine hubiera pedido asistencia en esas áreas o al menos hubiese preguntado por un corrector de ojeras y un peine. Pero la actriz Justina Bustos ni lo quiere, ni le hace falta. Su simpleza es genuina y su belleza natural hace que ningún artificio sea necesario. Los brillos los dejará para las alfombras rojas o si un personaje lo requiere.
Cordobesa de nacimiento, creció en Unquillo y desde los 17 años vive en Buenos Aires. Hoy tiene 30 años y se fue allá donde atiende Dios para perseguir el sueño de ser actriz. “A los 6 años me di cuenta que quería dedicarme a esto. En Unquillo el plan de los fines de semana era ver muchas pelis”, cuenta.
Hace dos años le llegó la gran oportunidad: ser parte de una producción de Pol-ka, “Las Estrellas”. La novela fue una éxito y su personaje Miranda le significó un antes y un después. La gente la empezó a reconocer en la calle y empezaron a venir otros proyectos. Participó también en películas como “Voley”, “Los que aman, odian”, en la novela “Sin días para enamorarse” y recientemente en el unitario “Otros pecados”. Hoy se muestra muy entusiasmada porque formó su propia compañía de teatro en Buenos Aires y tiene dos películas por estrenar.
Mientras tanto, hizo viajes a España y México para probarse en algunos castings. “Me gustan los castings, se sienten unos nervios lindos. Pocas veces la pasé mal. Sólo una vez salí gritando. Me tuvieron mucho tiempo, la persona me empezó a dar clases de actuación y maltrataba a la gente alrededor. Me quedé muy cargada y salí a la calle y grité. Pero después me llamaron para esa película”, cuenta con detalles.
Tenacidad. Pasión. Aceptación a la frustración. Y decisión. Los ingredientes, según ella, de que esa joven de 17 años que partió de Unquillo hoy pueda concretar su sueño. El de esa niña de 6 que disfrutaba viendo las películas que alquilaba en el video club.