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La civilización occidental, en tanto que decae la fuerza metafísica que la sostiene, se diluye cada vez más en la disgregación, en un caos en que ya no rigen verdades milenarias, ni la justicia, ni la lealtad, ni el valor, ni el instinto de legítima defensa, mucho menos el heroísmo o la santidad.
En contraparte, la Revolución Mundial (marxismo, socialismo, cambio de estructuras, etc.) ataca en todos los frentes inspirándose siempre en un núcleo anticristiano que forma parte siempre de un mismo linaje. Cromwell realiza en Inglaterra la primera revolución anticristiana y supercapitalista de la edad moderna; el ilumini
La civilización occidental, en tanto que decae la fuerza metafísica que la sostiene, se diluye cada vez más en la disgregación, en un caos en que ya no rigen verdades milenarias, ni la justicia, ni la lealtad, ni el valor, ni el instinto de legítima defensa, mucho menos el heroísmo o la santidad.
En contraparte, la Revolución Mundial (marxismo, socialismo, cambio de estructuras, etc.) ataca en todos los frentes inspirándose siempre en un núcleo anticristiano que forma parte siempre de un mismo linaje. Cromwell realiza en Inglaterra la primera revolución anticristiana y supercapitalista de la edad moderna; el iluminismo se difunde mediante sociedades secretas por el mundo hasta cristalizar como fuerza política en la revolución francesa. El comunismo desvía las luchas sociales; el bolchevismo se apodera de Rusia y se quiere expandir al mundo entero; las grandes familias de banqueros controlan el mundo desde las finanzas, en tanto que estos mismos financieros se apoderan de los medios de comunicación para modelar la opinión pública según sus intereses; en la primera y en segunda guerra mundial se alían para imponer su visión del mundo a la modernidad; y ya a sus anchas promueven la desintegración cultural, la proliferación y apología de los vicios que debilitan a los pueblos.
Aquel linaje notable que se remonta al Sanedrín que condenó a Cristo logra estar siempre presente en los más grandes sucesos mundiales: en la ocupación de España por los árabes durante 700 años; en el Renacimiento; en la Reforma Protestante; en el Enciclopedismo; en la Revolución Francesa; en el auge del Capitalismo Especulativo; en el Liberalismo que con apariencia de libertad impone directrices dogmáticas; en el Socialismo que con la apariencia de beneficiar al pobre lo empobrece más y lo sojuzga; en las proclamas de fraternidad e igualdad, que bajo su atractiva fachada introducen el odio; en la libre información, que con tan inocente planteo desliza erotismo y disolución.
Son siempre fuerzas metafísicas las que ponen en movimiento todo lo físico y desencadenan un torrente de efectos, ya sean buenos o malos. Las formas que van adoptando los hombres, los pueblos, las civilizaciones, las culturas, son impuestas por el choque de las fuerzas metafísicas del Bien y del Mal.
Para la comprensión de esta batalla es que el gran revisionista Salvador Borrego nos ha legado este libro. Pues ni el poderío material, ni la propiedad, ni el instinto de la conservación de la vida, ni el bienestar, son recursos suficientes para ganar una batalla o para conservar la victoria.
Todo depende a la postre de las fuerzas espirituales, que son la Realidad que se oculta a la percepción de nuestros sentidos físicos.
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Manufacturer: Ediciones Sieghels
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